Así es tener una sala de cine en casa: experiencia cinéfila al último nivel

El miedo al coronavirus ha hecho que las salas de cine se vacíen. La gente ha apostado renovar televisores de gran tamaño en sus casas. Pero no hay nada como ver una película en el cine. La sensación las luces que se apagan, el proyector que se enciende y un sonido que te envuelve por completo, Así es tener una sala de cine en casa.

Cuando habitualmente se habla de cine en casa, la idea se asocia a dos elementos principales: un televisor de alta calidad y muchas pulgadas y a un sistema de sonido potente, elementos que están muy bien, pero con los que no se llega a tener esa experiencia que sólo da ir al cine. Pero ¿y montar una sala de cine en casa?

Montar un cine -de verdad- en casa es posible. Está sólo al alcance de unos pocos por espacio y presupuesto, pero es una tendencia que también ha crecido durante este año. “Hemos notado que la gente ha reconvertido su vida. Tiene esa necesidad de buscar el ocio en su casa. Cuando viene un cliente al que le gusta el cine y lo que quiere es trasladar esa sensación de la sala cinematográfica a la sala de estar de casa, nosotros le hacemos un traje a medida”, explica Adrián Kikut, general mánager de Audio Video Gurús.

“Nosotros ofrecemos la experiencia de una sala de cine en la de estar de una vivienda. Se puede desde combinar en el uso cotidiano un sistema de televisión y luego cuando se desee poner el proyector, con pantalla… Al final es conseguir esa experiencia de sala de cine dependiendo del presupuesto y necesidades del cliente”, detalla Kikut.

Los cuatro puntos fundamentales a la hora de montar una sala de cine son vídeo, audio, mobiliario y aislamiento. Aunque siempre se piensa en la pantalla y el sonido, es este último el que permite tener la verdadera sensación de cine, un elemento casi invisible pero que es clave.

Es absolutamente diferencial que la estancia quede aislada para que la imagen y el sonido sean los únicos protagonistas. Lo ideal es “montar un cubo dentro de otro cubo”, explica el responsable de Audio Video Gurús, es decir, montar una habitación dentro de la estancia para lograr el aislamiento de total de la sala.

Tan importante como el aislamiento es el acondicionamiento acústico. A través de distintos paneles de absorción y difusión el sonido se reparte para evitar las distorsiones. Que los graves no reboten y estropeen la experiencia. Una sensación que habitualmente sólo se experimentan en las salas de cine. Estos paneles están en paredes y techos, pero claro cada casa es un mundo y por eso el proyecto a medida es tan importante.

Estos paneles acústicos ya se configuran al gusto del dueño de la vivienda o del decorador con el que el cliente quiera trabajar. La madera o las cubiertas de tejidos son los que definen al final la ‘personalidad’ de cada sala. Que bien se ajustan al mobiliario del cliente o se provee de sillones en diferentes acabados y opciones, un nivel superior a lo que se pueden encontrar en algunas salas Luxury.

Pero más allá de aislamiento y acondicionamiento acústico, la calidad de sonido y el vídeo lo son todo. Para lo primero, desde la tienda se ofrecen las soluciones de audio que cuenta B&O como Beolab 18, 19, 20, 50, 90 o JBL, altavoces de alta calidad que, una vez que se prueban no dejan indiferente.

Asimismo, también se puede combinar con el potencial sonoro que incluyen sus televisores como el LG o Beovision Harmony, que además incluyen paneles OLED en 4K y 8K lo que permite disfrutar del contenido de una calidad altísima con unos negros definidos. También están los paneles OLED de LG, dan la sensación de una sala de cine.

Ese ‘grano’ propio de un proyector no se consigue con una televisión de ese tipo. Es por ello, que desde la empresa ofrecen el pack completo acudiendo a “otros sistemas del mercado que nos aseguren el mismo estatus y estándar de calidad que Bang & Olufsen, al tiempo que se integren a la perfección en el sistema conectado”. Así, se tendrá un sistema de proyección real con una pantalla de alta calidad sobre la que proyectar la película.

La aspiración a la hora de montar este tipo de salas es “dar al cliente una integración total, todo se maneja con un terminal único”, ya sea el Beoremote One, el móvil, el reloj inteligente, o asistentes como Google o Homekit, Así es tener una sala de cine en casa.

“Hoy en día está muy latente el internet de las cosas. Todos nos relacionamos con dispositivos con los que puedes dar órdenes a través de internet. Nosotros lo que estudiamos mucho es cuáles son las necesidades de nuestros clientes, hasta dónde quieren llegar, y con eso hacemos un proyecto a medida. Formamos al cliente y lo ponemos en marcha“, apunta Kikut.

De este modo, cuando se quiere -por ejemplo- transformar el salón en sala de cine bastará con decir “Ok Google, modo cine”, para que del techo desciendan un proyector y una pantalla que durante el resto de la semana han permanecido ocultas a la vista. Y es que no todos los proyectos son exclusivamente salas de cine, sino que conviven tanto salas de estar con la experiencia cinematográfica. Es la estancia la que logra amoldarse al momento por ende Así es tener una sala de cine en casa.

La domótica es nuclear. Desde las luces Lutron a la tecnología de KNX o Fudomo, todo está conectado para crear espacios inteligentes que reaccionen a la vez para que la experiencia no sólo sea de cine, sino también lo más sencilla y configurable posible al mismo tiempo.

Así por ejemplo, un usuario puede crear varios perfiles con la idea de que la configuración de audio o la iluminación varíen según el momento. “Menos es más. Lo más sencillo y que con un solo botón o un sólo comando de voz pongamos un cine en marcha”, detalla el responsable de la firma.

Aquí la pregunta del millón. Y algo así, ¿cuánto cuesta? Pues todo depende de las posibilidades, de las necesidades de la estancia y hasta dónde quiera llegar el cliente. Ya les adelanto que no es algo para todos los bolsillos y sólo los muy afortunados podrán permitirse algo así.

Con respecto al tiempo que conlleva un proyecto de este tipo lo normal es que ronde los 30 o 40 días desde que el cliente muestra interés. Entra mucha gente en juego, no sólo es tener los dispositivos disponibles, sino que hay que coordinarse con una variedad de profesionales que van desde albañiles a técnicos para que todo funcione como un reloj suizo. “Una vez que entramos en casa, son unos cinco días para que todo vaya como se espera y demos al cliente la sala de cine que realmente espera“, comenta Adrián.

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